El cine aprende a hablar
La historia del cine sonoro empieza con los hermanos Warner, que lo ven como una forma de salir de la inminente bancarrota de su negocio. Sin embargo, el cine sonoro no es una novedad, pues ya hubo intentos anteriores, sin demasiado éxito.
Empiezan con Don Juan (1926) —sincronizada con música grabada—, Orgullo de raza (1927) —incorporaba ruidos y efectos sonoros— y El cantante de jazz (1927), culmen de estos inicios, con música y una frase icónica “Esperen un momento, pues todavía no han oído nada. Escuchen ahora”.
La American Telephone and Telegraph Company consigue el dominio absoluto de la fabricación de aparatos, porque posee la patente del sistema Vitaphone. El Chase National Banks tiene la patente del Photophone.
La implantación del cine sonoro duplica en poco tiempo el número de espectadores cinematográficos e introduce cambios revolucionarios en la técnica y en la expresión cinematográfica. Cambios que en su inicio son negativos, por los cambios en los equipos. Son los años del furor del cine musical, que tuvo su culminación en El desfile en amor (1929).
Muchos artistas de la época se declaran hostiles hacia este nuevo cine, porque creen que destruye el rico lenguaje visual del cine mudo.
A medida que el cine sonoro deja de ser una novedad, aparecen nuevos géneros. Las cámaras vuelven a moverse, lentamente, y salen al exterior por primera vez en El viejo Arizona (1928), de Raoul Walsh. Estos primeros movimientos mejoran con Rouben Mamoulian con Applause (1929).
La controversia en torno al cine sonoro no desaparece fácilmente. Aparecen películas que siguen usando solo sonidos y música, como María, leyenda húngara (1932) o Éxtasis (1933).
El sonido aporta una mayor calidad narrativa y permite la economización de planos, con lo que se aumenta la longitud de los mismos. Esta longitud dependerá del diálogo de los actores.
El mayor obstáculo de este nuevo tipo de cine es la diversidad idiomática. Esto trata de resolverse rodando versiones de cada película en varios idiomas. Más tarde empezaría la práctica de los subtítulos y, en algunos países, del doblaje.
Para finales de 1930 el cine sonoro se habría generalizado en casi todo el mundo. Al incorporar la palabra, el cine es capaz de abordar conflictos y personajes más complejos.
Se pasa de usar discos a incluir una banda de sonido sobre el mismo soporte. Aquí nace el soundtrack.
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