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6. Galicia

Actualizado: 23 abr 2018


La imagen cinematográfica durante el franquismo (1940-1970)

Nos encontramos con un periodo de 30 años en el que se aprecia una dependencia creativa foránea, muy distante de aquellas iniciativas de producción propia desenvueltas en décadas anteriores.

Esta dependencia surge en un cambio sustancial en la manera de entender el hecho cinematográfico y la necesidad de disponer de un nuevo modelo infraestructural que permita el desenvolvimiento de una mínima producción.


El paso más importante se da en el marco político e ideológico. La política cinematográfica se refleja en una serie de normas legales que insisten en el cumplimiento de unas mínimas condiciones de seguridad e higiene en la sala de exhibición, en la observancia de conductas por parte del espectador y del empresario y en la prohibición de una serie de películas por su “nociva” influencia en el público. El marco ideológico se definirá a partir de la consolidación de un nuevo Estado, desde el que se vigilará la actuación de la industria cinematográfica para que “se desenvuelva dentro de las normas patrióticas de cultura y moralidad” que deben imperar en el espectáculo cinematográfico.


Por otro lado, se hace necesaria la reactivación de la industria de producción, distribución y exhibición, además de la industria auxiliar y de servicios.

En cuanto a la producción, Galicia no cuenta con la mínima infraestructura que permita sacar adelante cualquier tipo de proyecto. Podemos decir que la producción cinematográfica española abordó, desde 1940 hasta los primeros setenta, a Galicia a partir de unos temas proporcionados por la literatura, el paisaje, el espíritu religioso y, especialmente la imagen turística. La producción gallega no existe en este periodo, Galicia se convierte únicamente en paisaje y ambiente.


El sector de distribución se estructuró a partir del realizado desde Madrid por firmas más importantes. A Coruña se convierte en la cabecera de la zona y surgen empresas individuales como Renacer Films, Selecciones Núñez o Selecciones Varela. Este sector se ve afectado por una serie de circunstancias que influyen en la evolución y el dinamismo de su actividad. Por un lado, el incremento de salas y por otro, el desenvolvimiento de la formula contractual que llevará a que el titular de la sala busque mejores condiciones en firmas y películas.



Durante los años 40, Galicia comienza a ser visitada para llevar a cabo todo tipo de intenciones creativas y proyectos que tenían que ver con la naturaleza, las ciudades, el arte y la cultura gallegas. Ya en la época de los 60, destacan obras como Supresión de curvas en la Rocha y puente sobre el río (1961) o Seguridad social del mar (1961), producciones de organismos como el Ministerio de Obras Públicas o el Ministerio de

Traballo. Aunque las iniciativas de estos organismos atienden a una razón política un tanto arbitraria, que obligó en 1963 a crear un centro en el que se registraran con detalle todas las producciones para darlas a conocer mucho mejor.

Se utilizaba el progreso de Galicia, su entrañable carisma, sus fondos arquitectónicos, los restos arqueológicos y artísticos, su gastronomía… Todo servía para elaborar un cortometraje documental. Destacan dos trabajos de 1966: Galicia, de Claudio Guerin y Xantares de Pedro Olea.


Las obras que se van a producir en Galicia a lo largo de los 30 años que componen las décadas de los 40, 50 y 60 distan mucho de las elaboradas antes de la Guerra Civil. El experimentalismo desaparece y llega una etapa donde existe una fuerte dependencia foránea. El cine se ve afectado por limitaciones políticas y normas de trabajo empresarial que nadie estaba dispuesto a realizar fuera de los lugares ya establecidos de producción, de los cuales Galicia no era uno. También hay que destacar la falta de iniciativa por parte de posibles creadores de contenido en la región. Esto causará que sean las empresas ajenas a Galicia las que trabajen en este territorio, basando las producciones principalmente en documentales.



El tema más recurrente destacado en estas décadas, es sin duda, Santiago de Compostela, meta de peregrinos. En 1964, con motivo de la celebración de los XXV Anos de paz, se crean los Premios Nacionais de Turismo para películas de curtametraxe También a finales de ese año, se crea un premio nacional especial para la película que mejor destaque los valores espirituales y turísticos del Camino de Santiago.


Galicia llegó no sólo a pantallas españolas, sino a muchas del extranjero gracias a los numerosos noticiarios y documentales producidos por NO-DO. El formato de noticias convierte a A Coruña en la provincia con más producción entre 1943 y 1979. En cuanto al formato documental, se obtienen imágenes muy variadas de las cuatro provincias, sus costas, la industria naval y pesquera, zonas turísticas, deportes o el Camino de Santiago.


En el cine comercial, también se realizaron numerosas producciones ambientadas en Galicia. El motivo de esto era la ascendencia gallega de muchas de las personas que trabajaron en la industria del cine desde los primeros cuarenta. Aunque estaba claro que la intención comercial de estas películas no tenía nada que ver con la cultural e ideológica de décadas pasadas.


Destacan en esta etapa una serie de personajes femeninos que provocaban enfrentamientos ante todo aquel que ponía sus ojos sobre ellas. Se mantenían firmes en su sufrimiento porque nacieron para vivir la amargura y la soledad, el desprecio y el perdón a los desvaríos de sus maridos. Fueron Maruchi Fresno, Lina Yegros, Carmen Viance, Isabel de Pomés, María Fernanda Ladrón de Guevara, Amparo Rivelles, entre otras que intentaron dar vida a muchas gallegas que circulaban por las pantallas de cine. Aunque sus personajes no acertaron con el perfil humano ofreciendo la dimensión que ciertos personajes requerían.

Por otra parte, los actores que se metieron en la piel de los personajes de las películas de ambiente gallego fueron orgullosos y sencillos, amantes de la aventura, necesitados emigrantes, mujeriegos o graciosos en busca de un aplauso. Fueron Fernado Fernández de Córdoba, Ismael Merlo, Luis Hurtado, Antonio Casal, José María Lado, Fernando Fernán-Gómez y muchos otros.


Galicia fue uno de los escenarios más utilizados por el cine español y alguna que otra producción internacional durante esta etapa, y no solo porque los argumentos de las películas tuvieran un origen muy concreto, sino también porque estos exteriores ofrecían un marco atractivo para ciertas historias.

Ya en los años 60, de nuevo las cámaras visitan la Escuela Naval de Marín para rodar Boton de ancla en color (1961), dirigida por Miguel Lluch, donde encontramos una nueva versión “moderna” del éxito de Torrado. El cine español de estas fechas trataba de aprovechar el tirón popular que estaban teniendo los cantantes de éxito por todo el país. Destacan obras como Pachin Almirante (1961) o Los Guardiamarinas (1966).

Siguiendo un poco el hilo de la producción española, nos encontramos con la película infantil Aventura en las islas Cíes (1966) y una historia sobre el camino del peregrino El bordón y la estrella (1966).


Debemos destacar también las relaciones existentes entre los autores gallegos y sus historias llevadas a la pantalla. Aunque los autores gallegos, en su mayoría, en los que se fijó el cine, escribieron pocas historias ambientadas en Galicia y en sus gentes. Pretenden que se perciba el sentimiento gallego a través de historias que quieren presentar algunas realidades y vivencias que nadie discute pero que se convierten en anécdotas por el discurso narrativo que se aprecia en ellas.


Uno de los autores más cinematográficos fue Wenceslao Fernández Flórez, que en este periodo nos encontramos con trece obras situadas entre El hombre que se quiso matar (1941) y ¿Por qué te engaña tu marido? (1968). Aunque el toque gallego aparece solamente en Unos pasos de mujer (1942) y Camarote de lujo (1958).

Por otra parte, Adolfo Torrado fue otro de los autores con grandes éxitos teatrales donde el tono popular era el predominante. Tuvieron especial interés las adaptaciones de obras como EL famoso Carballeira y Sabela de Cambados.

También merece mención la adaptación que el coruñés Juan Antonio Porto y Pedro Olea hacen de la obra de El bosque del lobo (1969). Hasta este año podemos decir que no nos encontramos con una película que se adentre en la Galicia de los ministerios.

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