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14. Cine sonoro. Galicia


La llegada del cine sonoro a Galicia (1930-1936)

Las primeras exhibiciones de cine sonoro en España surgieron en septiembre de 1929, pero el hecho de necesitar adaptar las salas y los equipos a este nuevo modelo de cine hizo que su llegada fuera más tardía a Galicia, llegando así el 14 de marzo de 1930. Ese mismo día se estrenaba en Vigo The Singing Fool, de Lloyd Bacon, con Al Jolson. Durante 1930 llegaría al resto de ciudades gallegas excepto a Lugo, donde llegó en mayo del año siguiente. En 1931 también se implantó en pueblos como Ortigueira, O Porriño y Tui.


Aun así, para 1935 solamente la mitad de las salas gallegas estaban adaptadas para reproducir cine sonoro. Con la llegada del cine sonoro también llegó la producción estadounidense, durante esta época casi todo el cine reproducido era de Norteamérica, inculcando la cultura de Hollywood en nuestra sociedad, donde incluso en los periódicos locales se comenzaba a escribir acerca de los actores estrella de esta región.


Fueron dos las productoras que crearon cine en Galicia durante esta década: Galicia Cinegráfica, de José Gil y Gil, en Vigo, y Casa Folk, fundada en Pontevedra por los hermanos Ramón y Enrique Barreiro. Ambas compañías se centraban en un cine francés basado en el documental o en la captación de noticias que se sucedían en Galicia. En 1935 se exhibieron los últimos filmes de estas productoras, coincidiendo con el comienzo de las carreras de los directores Antonio Román (Terra Meiga, 1932), Carlos Velo (Galicia Saudade, 1936) e José Suárez (Mariñeiros, 1936)


También fue durante esta década que aparecen los primeros videoclubs en Galicia, impulsados por asociaciones culturales o por “Misións Pedagóxicas”. En 1932 se fundaron los Comités de Cooperación Intelectual con el fin de realizar visionados en las ciudades de un cine alejado del comercial.


Cabe destacar que con la llegada de la Guerra Civil Española la producción de cine en nuestro país se vio ligada en muchos casos al ámbito propagandístico, y en Galicia la producción siguió siendo escasa y mayoritariamente de carácter documentativo. Un hecho que ocurre después de la guerra es que Galicia no tendrá nuevas productoras hasta bastante después, a diferencia de lo que ocurrió en la mayoría de las otras regiones.


La Guerra Civil (1936-1939)

El estallido de este conflicto supuso ciertas características que causarían un paso atrás para el cine en nuestro país y en Galicia. El número de producciones descendió drásticamente en los últimos años, con censura en pro del bando sublevado en regiones partidarias del levantamiento, como Galicia, provocando una censura de producciones con cierta afinidad al bando republicano y el desarrollo del cine propagandístico. También se volvió mucho más complicada la importación de películas de otras regiones, obligando así a las salas de visionado la reposición de películas ya vistas por los espectadores. Se redujeron los horarios de las reproducciones, causando una reducción de los beneficios de las salas, obligando así también a bajar los sueldos de los trabajadores de estas. Tomó gran importancia en el cine de esta época las grabaciones realizadas en el campo de batalla, aunque ninguna en Galicia puesto que realmente durante esta época la producción del cine gallego fue nula. Cabe destacar que fue en esta época cuando el cine se consolidó como un estilo de negocio en la región gallega, no muy beneficioso, pero un negocio al fin y al cabo.

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