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6. Galicia



Los años 70 tratan de una época definida por el coexistencia de un gran número de tendencias y acontecimientos que marcan la década. Dentro de España se puede apreciar una evolución social y ciertas circunstancias económicas  que generarán una transformación interna de nuestro país. Algunos sucesos que impulsaron esta transformación fueron la muerte de Franco y el desenvolvimiento de una estructura democrática. Estos aspectos socio-políticos tendrán una fuerte repercusión sobre el cine español.

En Galicia, el camino a la renovación de nuestro cine va  ser impulsado por personas que se preocupan por los valores nacionalistas gallegos y que constan de un gran conocimiento del cine internacional, buscando usar estos conocimientos del mercado para aplicarlo en la localidad. Otro factor muy importante a la hora de el resurgimiento del cine en Galicia es el contexto político del país puesto que los nuevos valores democráticos acabarían desembocando en la aprobación de el Estatuto de autonomía, en 1980, por parte del gobierno.

La aparición de grupos de aficionados que buscaban lograr éxito con sus películas acabaría con la sequía de cineastas propiamente gallegos que existió durante la dictadura. Estos nuevos cineastas se estructuraban en agrupaciones diferenciadas entre sí por pequeños matices. Se buscaba constar de cierta continuidad en la creación de obras, que se veían bastante influenciadas por las nuevas ideologías post-régimen de estos directores. Se considera 1971 como el arranque de estas agrupaciones con la creación de Lupa, que inspiraría pocos años después la aparición de los grupos Imaxe y Club Amateur. La actividad creativa de estos grupos se centraba en el cortometraje, lo que nos presentaría ya a estas alturas uno de los problemas más graves del cine gallego, la gran dificultad a la hora de comercializar un largometraje, que se verían limitados a un entorno minoritario. Aún así en 1974 se producirían dos películas: “Retorno a Tagen Ata”, de Eloy Lozano, muy importante debido a que se emplea el formato profesional de 35mm, y “A Tola”, de Miguel Gato, importante debido a su carga ideológica en contra de los totalitarismos que llevaría a la película a ser secuestrada por el Tribunal de Orden Pública.


También es durante el primer lustro de los años 70 que se suceden ciertas actividades de tipo cultural que van a afectar a nuestra industria cinematográfica. En primer lugar la industria del videoclub va a sufrir un refuerzo con la aparición de el cine-club Feijoo en Orense, hecho que acabaría impulsando la aparición de “Las Xornadas de Cine en Ourense”. Este evento aparece por primera vez en 1973 con el nombre de “I Semán do Cine en Ourense”, y perduraría durante 6 ediciones hasta 1978. En estos evento se junta el visionado de películas gallegas del momento con ciertas charlas donde se tratarían diferentes temas a lo largo de las ediciones. En la primer etapa estas charlas (las dos primeras ediciones) se tratan de charlas donde se reúnen críticos y teóricos afines a la revista Reseña. En la segunda etapa (desde la tercera edición hasta el fin de estas) ya aparecen los debates entre múltiples relatores pertenecientes a campos diversos de la cinematografía, y los temas tratados por estos durante los 3 últimos años constarían de un especial interés. Estos temas serían el concepto de cine nacional, su implicación con el contexto español y de las posibilidades de consolidación de años venideros. Tampoco hay que olvidar que gracias a este certamen se impulsaría la aparición de la “I Semán de Cine do Carballiño”, en 1975, que evolucionaría en las “Xornadas de Cine e Video de Galicia”.

La preocupación por la necesidad de una industria cinematográfica era un problema muy recurrente en el círculo del cine gallego. entre 1975 y 1977 van a mantenerse discusiones de hacia donde deberían dirigirse las producciones para tener un mayor repercusión y poder así consolidar una industria. La discusión se dividía en dos opiniones, aquellos defensores de la creación de un cine comercial para lograr la normalización del medio o un cine alternativo al servicio de las clases populares y la agitación política.


No se lograría llegar a un acuerdo aunque en la quinta edición de las “Xornadas de Ourense” se hablara de una coexistencia entre ambas ideas. También tendrían lugar una serie de hechos, producidos durante 1975 y 1977, que buscaban la normalización de la industria del cine, como podrían ser “NOS Cinematográfica Galega S.A.”, el “Patronato do Cine Galego” y “Rula. Difusora Cultural Galega”. Ninguno de estos proyectos llegaría a buen puerto debido a una serie de resultados frustrantes que llevarían a considerar estas iniciativas como meras declaraciones de intenciones. Más importante para la industria del cne fue la aparición de la figura de Víctor Ruppén, centrando su actividad en apoyar desde la producción a algunas de las obras más importantes de la época, dando a entender la necesidad de una producción continua para poder desarrollar una industria cinematográfica.

Este periodo constará con un cambio conceptual muy interesante, se irá abandonando el término “cine gallego” para sustituirlo por “cine en Galicia”, tomando así el territorio como marco referencial. Al final de esta década se puede hablar de una cierta situación de decadencia. Con la desaparición de “las Xornadas de Ourense”, los fracasos a nivel distributivo de las películas, el desinterés de los organismos públicos y privados, la falta de de una producción empresarial y la vuelta a un formato “no profesional” (no son grabaciones en 35mm) supondrá una reducción en la creación de películas. Serán con estas características con las que llegaremos, finalmente, a 1980, momento en el que se sucederán ciertas características que afectarán al futuro de nuestro cine. Una de ellas es la creación de la película “Malapata”, por parte de Carlos Piñeiro y los integrantes del grupo Imaxe, con una difusión muy limitada y una calidad inferior a la de obras anteriores supondría el fin del grupo Imaxe, el último de los que sobrevivían de esta época. La muerte de Carlos Varela Veiga supuso un gran bache para el cine militante puesto que era uno de sus máximos impulsores, limitando así la otra linea cinematográfica diferenciada del cine comercial que representaba el cine de las agrupaciones como Imaxe. Por último tiene lugar la revisión, por parte del cine-club Abertal de Vigo, del cine gallego, donde se formulara la necesidad de revisar las perspectivas seguidas hasta entonces por parte de este cine.   

En la nueva década de los 80 podemos definir la situación de Galicia como la de una comunidad periférica, de escaso desenvolvimiento industrial, con una cultura herida y una sociedad a la que le a la que le daba igual la existencia o no de un cine gallego. A esta situación habrá que añadirle un nuevo factor, la aparición de la Xunta de Galicia y la consolidación de Galicia como una comunidad autónoma. La aparición de la Xunta le daba a Galicia una mayor entidad aunque no suponía una mejora dentro del apartado cinematográfico puesto que sus medidas iniciales en este campo fueron nulas, relegando el cine a un apartado marginal e irregular. Aun así la creación del organismo crearía expectativas dentro del cine, expectativas que se verían reflejadas en la creación de nuevos proyectos a lo largo de 1980-1983. Estos proyectos fueron la Filmoteca do Pobo Galego, el Centro Superior de Cinematografía e Televisión (centro de formación) y Gaelicinsa (productora y distribuidora), todas fracasarían a la hora de lograr éxito y desaparecerían silenciosamente.

La evolución a nivel administrativo no se sucedía pero dentro del ámbito tecnológico los avances eran más que notables. Llegaron los primeros equipos de producción de video, lo que produjo la aparición de dos nuevas empresas especializadas en esto, Espello y Trama, ambas en la localidad de la Coruña, que armonizaban la producción de videos industriales con documentales y videos de creación, serían estos últimos los que más destacarían con obras como “Denantes” (1984), por Manuel Abad, y “Veneno Puro” (1984), por Xavier Villaverde. Esto no duraría mucho puesto que el personal de estas empresas se acabaría decantando por la publicidad, los videos musicales, televisión y cine, dejando atrás al video de creación.


Dentro del apartado del cine que tiene lugar durante estos años (1981-1983) se puede de hablar de una producción casi inexistente, alterada por las creaciones de José Luis Defez, que en un formato de 35mm creará múltiples cortometrajes científicos, y por los cortometrajes de ficción de Juan Pinzás y Pilar Sueiro. Ocurriría todo lo contrarío en 1983, con la llegada de Luis Álvarez Pousa a director general de Cultura de la Xunta de Galicia. Esto se debe a la campaña a favor del audiovisual gallego que este personaje realizaría hasta el fin de su tiempo en el cargo. Promovió las llamadas ayudas a la producción, que aunque fueran una cantidad mucho menor a la destinada a otros sectores causaría una situación bastante más beneficiosa para la producción de nuevos filmes. Los primeros frutos de esta iniciativa tendrían lugar en Vigo, en 1984, con la presentación de nuevos cortos grabados a 35mm, que serían “Embarque” (Carlos Piñeiro),


“Mamasunción” (Chano Piñeiro), “Morrer no Mar” (Alfredo G.Pinal), “O segredo” (Uxía Blanco y Daniel Domínguez) y “Sons e voces na noite” (Juan Cuesta).

Al año siguiente se presentarían 4 cortos más gracias a estas ayudas, verificando así su importancia. El valor de esta iniciativa no sólo tiene valor por lo que hizo directamente sino que también por lo que estimuló, que se puede traducir en la creación de las “Xornadas de Cine e Video de Galicia”, que se convertirían en un foro para el debate y punto de reunión para las personas del mundo del audiovisual gallego.   

Un factor que fué medianamente alarmante en esta época fue la situación de los recintos de visionado. En 1980, Galicia contaba con 168 salas de cine en activo, diez años después tan solo quedaban 97, muchos de ellos mal equipados. Las zonas rurales fueron las más afectadas, estas localidades veían como el cine se centralizaba cada vez más en las ciudades y como este pasaba a correr a cargo de multisalas. La cadena de salas de cine de Isaac Fraga perdió una gran parte de su dominio y las salas a cargo de las multinacionales del sector eran cada vez más numerosas. Con el tiempo el número de pantallas volvió a aumentar pero las zonas de visionado tendieron a localizarse en recintos como centros comerciales. Galicia ha llegado a una situación en la que tan solo supone un 3% de la recaudación de salas de cine comerciales en España, dejando así clara la poca participación en este sector por parte de nuestra comunidad.

En 1985 ocurre uno de los hechos más importantes para el audiovisual gallego, sino el más importante, la aparición de la TVG. Se trataba de una televisión generalista que contaba con un amplio horario donde solo se empleaba el gallego como lengua de emisión. Esta cadena nació con la intención de potenciar la cultura  y la lengua autóctona, de hecho logró una gran eficacia como herramienta político lingüística, pero debido a la poca confianza que existía por parte de la TVG en las empresas locales para crear un contenido de calidad para la cadena de forma regular se acabaría apostando principalmente por el doblaje en gallego de emisiones extranjeras de calidad ya contrastada. Se buscó una programación comercial que no apostaba por aventuras creativas y pasaba a segundo plano los contenidos culturales.

Con un vacío de casi dos años, en 1987 se vuelven a convocar ayudas para lo audiovisual, esta vez con un presupuesto de 60 millones que permite a los creadores adentrarse en los largometrajes. Los largometrajes elegidos por la comisión fueron “Sempre Xonxa”, de Chano Piñeiro, y “Continental”, de Xavier Villaverde, pero la Consellería añadió dos más: “Gallego”, de Sancho Gracia, y “Divinas Palabras”, de José Luis García Sánchez. Esto causaría un conflicto puesto que no era suficiente el capital para todas estas producciones y Divinas Palabras se vió obligada a renunciar a las ayudas. En respuesta a esto los productores independientes decidieron al fin actuar y crearon lo que se llamaría A Asociación de Cine e Video de Galicia, organización que expresaría la necesidad de un mayor apoyo al cine gallego por parte de los organismos gubernamentales y la nula atención que se le presta a los nuevos proyectos en el reparto del “Fondo de Protección a la Cinematografía”. Después de estas declaraciones la actividad de la Asociación de Cine e Video de Galicia fue reduciéndose, reapareciendo en 1991 como órgano de expresión de empresas por un breve tiempo.


En 1989 Vigo consta con un nuevo ciclo de estrenos, en su mayoría gracias a las ayudas del estado. A este ciclo se le bautizó como “Cinegalicia” y se estrenarían tres largometrajes, los primeros en 35mm, y estos serían “Continental”, “Sempre Xorxa” y “Urxa”, con un gran respaldo económico debido a  que recibieron varias ayudas y contaban con la de TVG. Las expectativas se vieron satisfechas y estas tres películas pasaron a ser referencias para el futuro cine gallego. Destacaría especialmente “Sempre Xonxa”, que se convertiría en el film más emblemático del cine gallego y Chano en su director más reconocible. Con su muerte prematura en 1995 se privó a Galicia de uno de sus principales creadores.



1989 también suponía el final de Alfredo Conde como consejero de Cultura, que en su mandato no solo había implantado el sistema de ayudas, sino que creó un sistema de ayudas para actividades de difusión e investigación audiovisual, certámenes de premios, para estimular la escritura de guiones de largometraje, y múltiples ayudas para cortometrajes. En 1990 llega al poder el Partido Popular, que optará por continuar la puesta en práctica de dos proyectos previos a su mandato, el Centro Galego de Artes da Imaxe (CGAI) y la Escuela de Imaxe e Son.



El CGAI basó su trabajo en en tres apartados, que serían la colaboración con profesionales en su desenvolvimiento, la recuperación del patrimonio audiovisual gallego y la difusión cultural de las artes de la imagen.


En los años 90 destaca la cada vez más numerosa creación de cortos por parte de los estudiantes de la Escuela de Imaxe e Son, en parte porque permite que se conozcan los nombres de nuevos directores y futuros talentos y por otra parte por la gran calidad que tienen estos productos si tenemos en cuenta su bajo presupuesto que se tiene a disposición. Dentro de este grupo de creadores destacaría sobretodo Antonio Blanco, que, en colaboración con Ricardo Llovo, realzaría la película “La matanza canibal de los garrulos lisérgicos”. Dentro de un ambiente más profesional hay que destacar que los inicios de los 90 supusieron la aparición de un grupo de películas donde trabajaban creadores que ya habían participado en la escena en los 70 como Miguel Castelo con “Entrevista”, Antonio Simón con “Un café de ollos verdes” y Manuel Abad con “Contar”.

Fueron bastante amplias las ayudas dadas a los cortometrajes y directores de cortometrajes como Héctor Carré o Raúl Veiga se animaron a entrar en el mundo del largometraje. El primero con “Dáme Lume”, obra nominada al Goya, y Raúl con una ampliación de su corto “Boas noites, Eire”, al que llamaría “A metade da Vida”. Previas a sus obras serían “Martes de Carnaval” (1990), y “O baile das ánimas” (1993), creadas gracias a las ayudas de la Xunta y ambas dirigidas por Pedro Carvajal. Se les añade “O xogo das mensaxes invisibles” (1993), dirigida por Juan Pinzás, que también era creador de “La gran comedia” (1986) y volvería a Galicia para grabar “La leyenda de la doncella” (1994). El papel de la coproducción aparecería con empresas como la compañía “Luz directa” en “Tirano Banderas” (1994), de José Luis García Sánchez, y con Adai Filmes en “A lei da frontera” (1995), de Adolfo Aristaraín.


En 1993 se celebraría el Primer Congreso do Audiovisual Galego, donde se propone la “Propuesta para una política audiovisual galega”, escrito que se puede sintetizar en cinco puntos: audiovisual como un sector prioritario, necesidad de elaborar una ley de lo audiovisual, estÍmulo a la producción por parte de la TVG, la creación de un organismo autónomo con más competencias que las del CGAI, y una mayor participación en los foros españoles y europeos. El Consello da Cultura Galega insistirá en 1996 con un documento semejante llamado “Ás factorías do futuro”. También es importante destacar que en 1995 la TVG firma con la nueva asociación de productoras, Agapi, un acuerdo para la producción de series y películas, demostrando cierta confianza por parte de la TVG en la producción gallega, algo que no ocurría durante los años previos.

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