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3. EEUU



El creciente desarrollo de la televisión y otras formas de la industria del ocio han acelerado el proceso de declive comercial de las salas de cine. Las producciones se han empezado a especializar para cubrir los espacios de oferta que no podía abastecer el televisor, donde las grandes productoras norteamericanas se dirigen con estas producciones a un público muy heterogéneo. Entre ellas se encuentra Warner Communications (de Warner Bros), la cual en 1989 se asocia con la empresa periodística Time Inc. para crear Time-Warner Inc: la compañía de comunicación multimedia más grande a nivel mundial.

En cuanto al cine de autor, el impulso renovador y neovanguardista de los años 60 ha producido segundas y terceras olas de autores en algunos países, donde sobrevivían con pactos, el mecenazgo institucional, etc. Este cine sigue siendo una referencia para delimitar la frontera entre el cine de entretenimiento y cine cultural y estético. Los progresos de la electrónica en la segunda mitad del siglo XX han producido una profunda reestructuración de las industrias de la imagen y el audiovisual, como por ejemplo la alta definición y los nuevos usos de los televisores. No es previsible la extinción absoluta de las salas pública pero sí su reducción y se especializarán hacia una doble dirección: las salas destinados a los superespectáculos sobre macropantallas, y por otro lado las salas museísticas para la exhibición de cine minoritario, experimental y de títulos clásicos; eso sí, visibles en las grandes ciudades y protegidas por subvenciones municipales o estatales.

El negocio del cine norteamericano, el más capitalista e industrializado, sufrió las primeras consecuencias de las transformaciones en el mercado de la imagen.

En 1966 se decide abolir el Código Hays de autocensura de la industria, para permitir planteamientos más desinhibidos y sensacionalistas, especialmente en el campo el sexo y la violencia. La mayoría de las producciones se orientaron hacia estas novedades, principalmente por la nueva generación de espectadores: sectores jóvenes y muy desinhibidos en comparación con generaciones anteriores.

Florecía en el país un cine explícitamente pornográfico, con sus centros de producción en San Francisco, Los Ángeles y Nueva York. Los directores más exigentes ampliaban el terreno de la violencia, que reflejaba la violencia que dominaba la vida social en los años de la guerra vietnamita. Una de las películas más importantes fue la exaltación romántica de los gángster Bonnie y Clyde (1967), de Arthur Penn, sublevados contra su entorno social y en sincronía con las propuestas de la moral hippy. Otra de sus películas importantes son El restaurante de Alice (1969) y Pequeño gran hombre (1970). En el terreno estricto de la violencia tenemos como primer especialista a Sam Peckinpah con el western Grupo salvaje (1969) y, sobre todo, con Perros de paja (1971), en donde narra la agresión sexual planeada por un grupo de hombres en torno a una mujer y como su esposo reacciona a esto. También realizó La huida (1972), exaltación de una pareja de gángsters, en línea con otras exaltaciones contemporáneas de pistoleros y delincuentes –A quemarropa (1967), de John Boorman; Dos hombres y un destino (1969), de George Roy Hill; o Dólares (1971), de Richard Brooks–.

Esta revelación cultural se manifestó con la oscilación entre el cinismo y la amargura, expresando el desencanto y la crisis moral tras el derrumbe del optimista American dream. Películas muy características de esta evolución del cine son Cowboy de medianoche (1969), de John Schlesinger, y Buscando mi destino (1969), de Dennis Hopper.

Surgió una corriente de películas que miraban al pasado para explicar las raíces del amargo presente, con evocaciones al pasado que muchas veces hacían referencia a la propia vida del director. Aquí se incluyen Conocimiento carnal (1971), de Mike Nichols o La última película (1971), de Peter Bodganovich. La industria comenzó a estereotipar este pasado y a crear una moda cultural “retro” de impregnación romántica, una línea en la que se encuentran Cabaret (1972) de Bob Fosse, El padrino (1972) de Francis Ford Coppola, Luna de papel (1973) de Peter Bodganovich, El gran Gatsby (1973) de Jack Clayton, Chinatown (1974) de Roman Polanski y Tal como éramos (1973) de Sidney Pollack. Estas películas actuaban como una evasión de la depresión actual, ayudadas de la nostalgia por el Hollywood del pasado.

Estas modas llegaron incluso a cineastas “independientes” y de procedencia underground y sólo los directores de muy acusada personalidad escaparon del cine-cliché. Entre ellos se encuentra Orson Welles, que rodó Campanadas a medianoche (1966), Una historia inmortal (1967) y Fraude (1973), en la que demostraba que su capacidad de provocación estaba intacta.

También en esta líne se encuentra Stanley Kubrick con su epopeya cósmica 2001: una odisea del espacio (1967), con la que llevó a su cúspide adulta el género de la ciencia ficción.

Rodó también La naranja mecánica (1972), una fábula moral acerca de la violencia en el mundo moderno.

Directores como Welles o Kubrick son las grandes excepciones en una industria que persigue películas que hagan alejarse al público de la realidad cotidiana, una realidad cargada de crisis económicas, corrupciones políticas y el espionaje electrónico. Francis Ford Coppola, con su película La conversación (1974), refleja estas realidades, algo excepcional en el mundo de Hollywood.

Lo habitual era gratificar al espectador con agresiones sensoriales y emocionales, con carga erótica, terrorífica o de violencia física y psicológica. Ejemplos de este tipo de filmes serían La semilla del diablo (1968) de Roman Polanski o El exorcista (1973) de William Friedkin. El éxito de la última corroboró que lo sobrenatural era un tema muy rentable. Otra película importante de estos años es Jesucristo Superstar (1973) de Norman Jewison, contrapeso moral a El exorcista en el universo emocional del espectador de cine.

El cine norteamericano acusó desde mediados de los 70 los factores de la revolución audiovisual. A la competencia de las industrias de ocio se le añadió el proceso de crisis económica desencadenada por el primer “choque petrolero” generado en Oriente Medio. La industria del cine quiso hacerle frente con producciones espectaculares tras años de auge del cine de autor y crisis de los géneros clásicos. Este nuevo cine se basó en el cine de catástrofes y ciencia ficción espacial, subrayando así las virtudes tecnocientíficas de la sociedad industrial avanzada. Este mercado también apostó por los géneros sensacionalistas, como podemos ver en películas como Tiburón (1975), Psicosis (1960), El resplandor (1979), La noche de Halloween (1978), entre otras muchas. En el mismo contexto perduró la ciencia ficción, sobre todo a partir del lanzamiento de La guerra de las galaxias (1977) donde George Lucas recreó un arcaico-futurismo inspirado en el Flash Gordon de Alex Raymond, género puntero que convirtió los efectos especiales y las máquinas en las nuevas estrellas de Hollywood. También existió una ciencia ficción que era especulativa y crítica y el caso más claro es el de Blade Runner (1982), donde se presenta una opresiva ciudad de Los Ángeles, futurista e hipercontaminada. Cabe destacar que estas películas no han hecho sombra a otras películas balsámicas, como E.T. Los efectos especiales fueron los protagonistas de la época. Estos films solo eran asequibles para las grandes multinacionales de EEUU debido a su elevado precio, y incluso estas tuvieron que hacer una reestructuración de la industria con la fusión o absorción de viejas productoras. Francis Ford Coppola crea American Zoetrope y se empeñó en crear “otro Hollywood” para mezclar las reivindicaciones estéticas y las rivalidades comerciales. Fue, junto con Lucasfilm (George Lucas), el armazón empresarial del llamado neo-Hollywood. Algunas de las películas de este periodo han sido Indiana Jones y el templo maldito (1984), Apocalypse Now (1976), Taxi Driver (1975), La puerta del cielo (1981), La ley de la calle (1983), Rocky (1976), Toro salvaje (1980), Tres mujeres (1977). En el campo de la comedia, Woody Allen fue el mayor representante en una época de crisis de este género. Las películas más características son Annie Hall (1977), Manhattan (1979) e Interiores (1978).

La muerte de Orson Wells en 1985 significó un hito fúnebre, pues con él desaparecía el fundador del cine moderno. El Hollywood de los años 80 fue el de la extinción de un pasado glorioso y del alba de un incierto futuro.

En la década de los setenta el cine tiene la función de traductor de los temas sociales y políticos que afectan a la sociedad de EEUU. El sueño americano muestra un lado derrotista y oscuro como se muestra en Todos los hombres del presidente (1976) de Alan J. Pakula. Steven Spielberg amenaza la tranquilidad del paraíso americano con Tiburón (1975) o Encuentros en la tercera fase (1977), a su vez George Lucas inicia La guerra de las galaxias (1977), mostrando ciertas inquietudes sociales y políticas a través de los parámetros del mito y del cine de género, esta película supone la mayor operación de marketing hasta el momento. Spielberg y Lucas poseían algunas claves para definir el blockbuster. De 1978 a 1980 se pasó de presupuestos de 5 millones de dólares a 10 millones de dólares por la inflación. Mientras que con este gasto la producción desciende casi a la mitad.

Hacia el final de la década aparecen las multisalas, donde se estrenan muchas películas a un público reducido. El mayor cinepex del mundo abre en Toronto en 1979, con 18 salas. La revista People es el escaparate de las estrellas y el vehículo de promoción de la industria a partir de marzo de 1974, con la portada de Mia Farrow (protagonista de Gran Gatsby).

Hollywood empieza a comprender la colaboración entre el cine y televisión, por una parte como promoción de las películas y también como fuente de ingresos una vez que la película se estrenase en sala. En 1975, Sony lanza el sistema Betamax, primer grabador de vídeo para almacenar hasta una hora de grabación.  Y en 1977 George Atkinson anuncia en los Angeles Times el lanzamiento de 50 títulos de su colección, haciéndose en  5 años con la franquicia de 400 videoclubs en todo el país.

Se producen cambios en el sistema tradicional, los Estudios pierden control de la producción. Se hacen cargo de la distribución, el rodaje y la financiación estudios y productores independientes, y los propios agentes. En 1975 Michael Ovitz funda Creative Artists Agency (CAA) empresa creadora de productos cinematográficos agrupando a todo tipo de talentos como directores o guionistas. El abaratamiento del rodaje en exteriores, el aligeramiento de los equipos y la influencia del cinema verité europeo aporta mayor realismo subjetivo y mayor capacidad de expresión corporal, proporcionando estilos más informales al cine, gracias a esto los creadores de historias comenzaron a fusionar funciones (director y actor, actor y guionista etc).

Comienzan las primeras investigaciones en torno a efectos ópticos y digitales. Douglas Trumbull, quien dirigió Naves misteriosas (1972), se encargó de los efectos especiales en Encuentros en la tercera fase de Steven Spielberg y Star Trek: la película (1979) de Robert Wise. Su principal tecnología fue el sistema SHOWSCAN, proyectaba en 70 mm a 60 fotogramas por segundo, 2,5 veces más rápido que el cine tradicional, consiguiendo una mayor resolución y mayor realismo.

El intento más firme de búsqueda de independencia y revolución industrial sería el de Francis Ford Coppola con la productora American Zoetrope en 1969. Intenta fomentar productos de calidad a bajo coste y con una independencia del sistema Hollywoodiense. George Lucas fue vicepresidente hasta el rodaje de THX-1138 (1971). Esta productora afianzó su estatus después del éxito de El Padrino (1972).

Queda demostrado que el cine de género puede calificar tanto el cine comercial como algunos intentos independientes. Surgen algunas vías temáticas como La aventura de Poseidon (1972) de Ronald Neame (posibilidades del drama en un escenario trágico). El cine de catástrofes se alimenta con títulos como Aeropuerto (1970) de George Seaton, con tres secuelas. El coloso en llamas (1974) de John Guillermin e Irvin Allen. Las más taquilleras: Terremoto (1974) de Mark Roberson, apostando por la espectaculidad y oficio de los actores, utiliza por primera vez el sensorround. El puente de Cassandra (1977)  de George Pan Cosmatos, aportación europea a este subgénero y Avalancha (1978) de Corey Allen. Llegó al final de la década el gusto del público por los desastres naturales.

En el drama, con pretensiones discursivas ya existentes en la novela, Dalton Trumbo llevó a la pantalla su propia obra Johnny cogió su fusil (1971), de discurso antibelicista, fue capaz de provocar el mismo horror y rechazo que hubiera provocado la historia en una noticia.

En la comedia destaca Woody Allen con su primera película Bananas (1971), Sueños de un seductor (1972), y Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar (1972) (primeros trabajos). Con Annie Hall (1977), se produce el cambio, se transforma en un humor más intelectual. En la década de los 80 hay una serie de aportaciones que nada tienen que ver con el modelo clásico, pero que, pretenden acercarse al público joven desde la parodia, el absurdo y el romanticismo más conocido. Porky’s(1981) Bob Clark obtendrá un notable éxito y dará lugar a dos películas más, Loca academia de policía (1984) Hugh Wilson, una de las historias más rentables del momento, Ghostbusters (1984) Ivan Reitman, una simple historia de parapsicólogos y ectoplasmas, tendrá una notable repercusión económica y su secuela cinco años más tarde, Solo en casa (1990) Chris Columbus, el éxito de taquilla derivó en dos secuelas desiguales y repetitivas, Pretty Woman (1990) Garry Marshal y finaliza el periodo con Algo pasa con Mary (1998) Peter y Bobby Farrelly, otro de los taquillazo de finales del siglo, una historia con tres secuencias sorprendentes, pero muy desiguales en su conjunto.

En el western se traduce el escepticismo social modificando el carácter de sus héroes, por ejemplo los esfuerzos ecológicos de la época se plasman en Las aventuras de Jeremiah Johnson (1972) de Sydney Pollack.  Westworld, almas de metal (1976) de Michael Crichton, trata de los avances tecnológicos o científicos que el hombre propicia pero que se vuelven contra él. Clint Eastwood con Infierno de cobardes (1972) o Don Siegel con El último pistolero (1976), en cambio siguen los cánones tradicionales del género. Se necesita hacer una mención especial a la obra de Sam Peckinpah  La balada de Cable Hogue (1970),  Pat Garret y Billy el niño (1973) y Quiero la cabeza de Alfredo García (1974).

En el musical uno de los nombres claves en estos años es Bob Fosse, director, bailarín, actor y coreógrafo, su obra Cabaret (1972) con una estética del movimiento pictórico Nueva objetividad  a través de personajes y escenarios del pintor Otto Dix. Otra de sus obra Empieza el espectáculo (1979), con rasgos autobiográficos y un relato más onírico. En este género surgen varias vías de experimentación: Woodstock (1970) de Michael Wadleigh, un documental del mayor festival de rock; Godspell (1973) de David Greene y Hair (1979) de Milos Forman, apoteosis del movimiento hippie. Adaptaciones de los escenarios, Jesucristo Superstar (1973) de Norman Jewison o El hombre de la Mancha (1972) de Arthur Hiller, también destacan las rupturas visuales como El fantasma del paraíso (1974) de Brian de Palma y The Rocky horror picture show (1975) de Jim Sharman.

En el cine de terror nace una nueva tendencia donde los niños son parte de lo que provoca miedo, así destacan El exorcista (1973) de William Friedkin, basada en la novela de William Peter Blatty; La profecía (1976) de Richard Donner o La semilla del diablo (1968) de Roman Polanski. En el caso a la adolescencia, encontramos la adaptación del libro de Stephen King, Carrie (1976) de Brian de Palma. Este género es una compensación para los simpatizantes del villano, por ejemplo la sádica familia que acecha a los Carter en Las montañas tienen ojos (1977) de Wes Craven;


Michael Myers en La noche de Halloween (1978) de John Carpenter;

o Leatherface en La matanza de Texas (1974) de Tobe Hooper. Muy vinculada a este género está Alguien voló sobre el nido del cuco (1975) de Milos Forman, donde se trata sobre los centros psiquiátricos y los tratamientos que se aplican en ellos, sin llegar a la denuncia directa, esta película resulta uno de los ejercicios narrativos más impactantes de la historia.

Se producen homenajes al cine negro, pero en esta época ya no deben lidiar con la censura sobre los guiones. Un largo adiós (1973) de Rober Altman, Adiós muñeca (1975) de Dick Richards, Chinatown (1974) de Roman Polanski, donde mezcla corrupción, asesinato e incesto, siendo un buen ejemplo de cine negro. El padrino (1972) y El padrino II (1974) ambas de F.F. Coppola, tratan desde el  punto de vista del espectáculo un tema abordado por el cine político italiano. La mafia es la excusa para contar la historia de una familia que mantiene la actividad delictiva junto al convencimiento de su propio patriotismo. Los héroes eran los villanos.

Ciencia Ficción. En este momento se rueda ciencia ficción para adultos. Kubrick dirige La naranja mecánica (1971), el protagonista es caracterizado como un personaje carismático y la lente distorsiona todo lo que está alrededor, pero no al propio protagonista, introduce continuos errores de continuidad que ayudan a ir modificando la percepción sobre los objetos, creando así un carácter de fábula. La guerra de las galaxias (1977) de George Lucas y su continuación El imperio contraataca (1980) de Irving Kershner. La película es la responsable de la creación de Lucas Films Limited, la productora que creó Lucas en el 71 y con la que haría American Graffiti (1973). Se convertiría en referente en el desarrollo de la tecnología digital. En 1977 a la vez que Lucas, Spielberg hace Encuentros en la tercera fase donde cambia el enfoque y la observación que se tiene sobre los extraterrestres. En 1979, Ridley Scott hace Alien, el octavo pasajero, que supone un punto de inflexión en estos años. Esta película mezcla el mundo del cómic, ciencia ficción y terror, mostrando un espacio donde se reflejan los miedos del ser humano, y donde el terror se convierte en miedo psicológico. En 1979 se estrena Star Trek: la película de Robert Wise, aprovechando el éxito de la serie de televisión. En 1978, Superman de Richard Donlem que parte del mundo del comic y la televisión, convirtiéndose en gran éxito y referencia para todo el cine posterior de superhéroes. En 1973 Richard Fleischer, basándose en la novela de Harry Harrison “make room, make room!”, creó Soylent Green: cuando el destino nos alcance,  donde un detective en el año 2022 que durante la investigación de un asesinato descubre que ingrediente se utiliza para fabricar el alimento que ayuda a la población a sobrevivir.

Cine de animación, se reanima con producciones alejadas de las convenciones. Durante esta época aparece Ralph Bakshi, guionista, productor y director pionero de la animación para adultos. Adaptación del personaje de Robert Crumb El gato caliente (Fritz the cat) (1972), Heavy traffic  (1973), Coonskin (1975), o la versión animada de El señor de los anillos (1978).

En la década de los años 80 se observa en la industria del cine estadounidense una inestabilidad derivada por el continuo traspaso de los fondos fílmicos de unos empresarios a otros. Pero el verdadero problema se encuentra en la rentabilidad de algunas empresas, en las nuevas opciones que se plantean. Sin embargo, el mercado audiovisual crece hacia nuevas ventanas de comercialización con las que se llega directamente al consumidor.

Tiburón (1975) Steven Spielberg supuso un éxito de taquilla recaudando veinte veces su coste inicial. La película marcó el inicio del “blockbuster”, sinónimo de negocio en el mercado cinematográfico, asociado al entretenimiento, la promoción, el merchandising y “hit & run”. Las formas que adquiere el “blockbuster” pasan por unas estrategias financieras muy agresivas en las que, en tan solo un fin de semana, determina la capacidad económica de una película. Esto supone una primera reflexión, no es tanto la calidad cinematográfica la cualidad esencial que marque el éxito de un producto, sino la estrategia financiera que lo acompañe. La segunda reflexión es que para mantener este mercado, Hollywood se vio obligado a sustituir la mentalidad del clásico productor de cine por el del ejecutivo de finanzas.

Tiburón supuso una nueva manera de entender el éxito cinematográfico asentado en la “box-office”. Star Wars (1977) George Lucas, supondría un nuevo modo de entender su explotación. Se abre así una nueva división para el “blockbuster” basada en la franquicia en la que los beneficios pasan por una explotación que contempla los ingresos a largo plazo.

La mitad de la década de los 90 es testigo de éxitos tan asombrosos y dispares como Independence day (1996) Rolan Emmerich, Men in black (1997) Barry Sonnenfeld, La momia (1999) Stephen Sommers o Titanic (1997) James Cameron, la película más taquillera de la historia del cine a partir de este momento. Con un coste del rodaje de 200 millones, la más costosa de todos los tiempos.


Será Jurassic Park (1993) Steven Spielberg una de las películas más exitosas de todos los tiempos cuyos beneficios crecieron gracias incluso a la explotación en otros soportes (videojuegos, historietas...). La influencia posterior del filme para por la utilización de efectos digitales nunca antes manejados que empezarán a utilizarse como recurso de puesta en escena habitual y que incrementaron la popularidad de los dinosaurios. La película desarrolla el concepto de franquicia e incorpora una nueva visión comercial al concepto de secuela.

Es normal que los directores aborden géneros diferentes e impulsen proyectos que se convierten en grandes éxitos de taquilla y otros que no resulten tan favorecidos por el público de la época.

La década de los 80 se inicia con La puerta del cielo (1980) Michael Cimino. Esta le aparcó durante diez años de la dirección y arruinó a la United Artist al no recaudar en taquilla ni la décima parte de su coste. La producción norteamericana gira hacia trabajos comerciales con rendimiento en taquilla, las llamadas “kid-pix” que reportaban extraordinarios beneficios en muchas ocasiones derivados del merchandising, recogían un abanico de géneros desde la ciencia ficción, trilogía de Regreso al futuro (1985, 1989, 1990) Robert Zemeckis, hasta la adaptación de cómics Batman (1989) Tim Burton.

También el género musical se revitalizó con Fama (1983) Alan Parker o Flashdance (1983) Adrian Lyne.

No se les da la espalda, tampoco, a una industria que sigue presentando los valores tradicionales como respuesta al anticomunismo. La exaltación épica del valor de los soldados destinados a Vietnam continúan en Apocalypsis Now (1978) Francis Ford Coppola, La chaqueta metálica (1987) Stanley Kubrick, y, con extraordinario éxito de taquilla emerge el más conocido veterano del Vietnam, Rambo. El fantasma de Vietnam recorre otro título del periódo ochenta y noventa como Forrest Gump (1994) Robert Zemeckis o Good Morning, Vietnam (1987) Barry Levinson.

A finales de los años 90 se estrenan dos películas en las procelosas aguas de la II Guerra Mundial y en los dos frentes abiertos, el europeo y el asiático: Salvar al soldado Ryan (1998) Spielberg, que alienta el espíritu patriótico al demostrar que el Gobierno estadounidense no puede permitir que una familia que ya ha perdido a sus tres hijos en el frente se quede sin el que todavía está vivo (la familia es la pieza angular de la sociedad americana), y La delgada línea roja (1998) Terrence Malick, se centra en el enfrentamiento entre estadounidenses y japoneses en la isla de Guadalcanal.

Al margen de la exaltación nacional más o menos edulcorada, se observa en la producción cinematográfica norteamericana de estos años dos inquietudes: el sexo y la violencia. La productora independiente Carolco Pictures, salpicó de violencia y sexo las pantallas internacionales.Una propuesta indecente es una película tramposa, previsible, que intenta moralizar con una atrevida propuesta sexual y cuyo conjunto resulta en exceso conservador. Si bien el trabajo no resultó brillante, la facturación aún lo fue menos siendo responsable de la quiebra y desaparición de Carolco Pictures ese mismo año.

La violencia cinematográfica fue también sello de Quentin Tarantino. Su ópera prima, Reservoir Dogs (1992), incorpora violencia, referencias a la cultura pop, diálogos ácidos, humor negro y estructuras narrativas poco convencionales.


Dos años más tarde repite factura con la ecléctica Pulp Fiction (1994).


Tarantino confirma talento con esta convulsa historia de asesinos a sueldo, brillante ejercicio de puesta en escena y desordena la acción clásica prolongando su intensidad.

El cine de terror alcanza una dimensión diferente en esta época pero va a estar dominada por una secuela de terror más largas de la historia del cine. Viernes 13 (1980) Sean S. Cunningham, se impone como modelo de referencia; se convierte en una franquicia de altos rendimientos, aunque las expectativas creativas fueran bajando con el paso de los años.

Más allá de este tipo de filmes, llegan a los cines de todo el mundo otras producciones más interesantes, convincentes, maduras, comerciales y terroríficas. El mundo policial, y la resolución de diversos casos, en el centro de la acción en la que son protagonistas extraños personajes con notables psicopatologías. El silencio de los corderos (1991) Jonathan Demme, es una vuelta de tuerca a la historia de asesinos en serie, con un psicoanalista llamado Hannibal Lecter (Anthony Hopkins), es un thriller psicológico. Seven (1996) David Fincher, es una historia que se constituye sobre los siete pecado capitales, que son las huellas que va dejando un criminal psicópata. El sexto sentido (1999) Manoj Night Shyamalan, sorprendente por su buena narración, eficaz puesta en escena…

Con todo, los años 80 y 90 suponen un periodo de revisión de géneros. Ridley Scott firma Blade Runner (1982) basada en la novela de Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Pinta un gran retrato de esa sociedad masificada dominada por el poder con titánicas construcciones de inspiración del Berlín nazi, y también precolombiana y japones. Tal fue el impacto, que es considerado como una de las películas más influyentes de todos los tiempos no sólo por la lograda ambientación sino por plantear preocupaciones esenciales de la humanidad del s.XXI.

El género “cyberpunk” describe una serie de trabajos que recrea un futuro post-industrial marcado por un desarrollo cultural y tecnológico extraordinarios. En este contexto se sitúan trabajos de procedencia muy diversa como Johnny Mnemonic (1995) Roberto Longo, Matrix (1999) los hermanos Wachowski, innovador ejercicio de realización con trasfondos pseudo filosóficos, Terminator (1984) James Cameron, Robocop (1986) Paul Verhoeven.

Los años 90 posaran su mirada en el pasado para revisar las claves de creación de otros géneros como el western. Thelma y Louise (1991) Ridley Scott, provocó un intenso debate por el exagerado feminismo en forma de “road movie” de la cinta siendo sin embargo un brillante ejemplo de revisión del género. Kevin Costner Bailando con lobos (1990, western fronterizo que mezcla una construcción en tono épico con un marcado acento personal desmitificador y dignificando al pueblo indio americano, Sin perdón (1992) Clint Eastwood, brillante trabajo que revitalizó el género gracias a una apuesta valiente que actualizó sus claves tradicionales de construcción revisando, en primer lugar, el perfil del mítico pistolero que aparece dibujado desde el romanticismo pero no desde la idealización y, en segundo lugar, reflexionando sobre las consecuencias de la violencia.

El mundo de la comedia ofrece en esta década una serie de aportaciones que nada tienen que ver con el modelo clásico, pero que, pretenden acercarse al público joven desde la parodia, el absurdo y el romanticismo más conocido. Porky’s(1981) Bob Clark obtendrá un notable éxito y dará lugar a dos películas más, Loca academia de policía (1984) Hugh Wilson, una de las historias más rentables del momento, Ghostbusters (1984) Ivan Reitman, una simple historia de parapsicólogos y ectoplasmas, tendrá una notable repercusión económica y su secuela cinco años más tarde, Solo en casa (1990) Chris Columbus, el éxito de taquilla derivó en dos secuelas desiguales y repetitivas, Pretty Woman (1990) Garry Marshal y finaliza el periodo con Algo pasa con Mary (1998) Peter y Bobby Farrelly, otro de los taquillazo de finales del siglo, una historia con tres secuencias sorprendentes, pero muy desiguales en su conjunto.

El cine negro y cine de acción. Donde se encuentran referencias al buen cine de este género es en las obras de los siguientes directores:

  • Michale Mann Será el que descubra con Hunter (1986) la leyenda de “Hannibal Lecter”, al adaptar la novela de Thomas Harris “El dragón rojo” en este filme menor, El último mohicano (1992), le convierte en un director más reconocido.

  • Richard Donner, tiene en Arma letal (1987) su obras más comercial, tanto que seguirás con otras tres partes de igual resultado.

  • John Woo, entra de lleno en el cine estadounidense con Blanco humano (1993), un filme violento , con mucha acción y muy entretenido, con Jean-Claude Van Damme como presa difícil captura. Da una vuelta de tuerca en Cara a cara (1997), en la que el terrorista sale de coma y se escapa del hospital, no sin antes que un agente FBI haya conseguido implantar el rostro de su enemigo en su propia cara.

A margen de esta propuesta, persiste en Hollywood el énfasis en los géneros tradicionales de marcado estereotipo. La situación cambiará a partir de los trabajos de Spike Lee gracias a las personales reflexiones sobre las tensiones interraciales de Malcom X (1992) e interraciales de Fiebre salvaje (1991). Spike Lee pasa por ser de los autores más íntimamente ligados a los distintos movimientos afroamericanos y sus manifestaciones culturales. Junta a él, surge una galería de jóvenes directores afroamericanos con títulos tan prudentes como Solo una chica en la IRT (1993) Leslie Harris, Los chicos del barrio (1991) John Singleton. El final de los 90 deja una de las mejores producciones sobre racismo, American History X (1998) Tony Kaye.

La relectura de géneros como la comedia, el cine negro y el de gangsters en el contexto del cine independiente, se manifiesta como una constante en el trabajo de los hermanos Ethan y Joel Coen. Gracias a su peculiar manera de entender el producto cinematográfico, el trabajo se integra en la corriente de cine independiente desarrollado en Estado Unidos durante la década de los ochenta.

En este contexto, el director Hal Hartley pasa por ser uno de los pioneros del cine independiente de los 80. Perfila un estilo de autor caracterizado por lo estilizado de sus planteamientos visuales, diálogos afilado entre lo cómico y lo filosófico y algunos temas recurrentes, Confía en mí (1990), es una aproximación a este cin “independiente” pues reúne todos los planteamientos que lo hacen singular.

Tras varios proyectos dedicados a la producción independiente, tratando temas como la homosexualidad Lianna (1983), o las tensiones provocadas por la inmigración, Matewan (1987). John Syels firma a principios de década como director en los circuitos alternativos y David Lynch irrumpe en el espectro del cine independiente con la bella historia de El hombre elefante (1980). Peculiar personalidad la de este director cuyas historias planean entre lo aliente de sus planteamientos argumentales y lo elegante de su apuesta formal. Tocando todos lo géneros, su estética bebe de su amor por la pintura expresionista manifestándose no solo en el extraordinario uso del color sino también en la creación de atmósferas a través de la luz, la decoración, etc.

Dentro del cine independiente americano, surge en los años 90 una aproximación a la cultura “queer”, con filmes que retratan la homosexualidad como revulsivo de otros productos de tendencia homosexial azucarada. El  “New Queer Cinema” trata la identidad sexual desafiando las convenciones, reflejando la diferencia sexual sin autocensuras ni prejuicios, al margen de los modos heterosexuales aplicados al tratamiento de cine gay. El primer largometraje de Todd Hayens Poison (1991), encierra tres historia valientes. Así se traza el inicio de la carrera de Hayens. Velvet Goldmine (1998) es su trabajo más ambicioso proponiendo un viaje al centro de una época, la del “glam”, pero el viaje se detiene en el retrato superficial y poco comprometido de una aproximación a la bisexualidad a través de cuerpos provocadores que rezuman brillantina, plumas, etc.

Al contrario que Gregg Araki, quien en Vivir hasta el final (1992) arremetió contra el universo de los adultos dando protagonismo a una generación desplazada, y que aún mantiene las propuestas iniciales del movimiento de trabajos como Mysterious Skin (2004), el resto de autores del “New Queer Cinema” han ido suavizando sus discursos.

En este sentido, el caso más curioso es el de Gus Van Sant, quien se pasea por el cine independiente, ofrece aportaciones al movimiento “queer” o se descuelga con apuestas de inspiración comercial. Pese a su declarada homosexualidad, su aportación a este tipo de cine no pretende el compromiso con la causa gay como demostró en el tratamiento de su ópera prima Mala noche (1985), en la que narra la historia de un joven americano que intenta seducir a un mejicano menor de edad. El cine de Van Sant está a caballo entre el filme independiente y la cobertura industrial, si bien con una estética muy personal, con trabajos como los que protagonizará en la década siguiente con la trilogía de Ocean’s Eleven.

Con un cine muy personal pero asentado en una generosa industria, el cine de Woody Allen describe una sólida carrera durante las décadas 80 y 90 a través de piezas de formidable coherencia y estilo de autor capaz de hibridar géneros hasta hacer de ellos un ejercicio de actualización cinematográfica, todos ellos recreados en la ciudad de NY, la cual , no es solo un lugar, es un personaje y un estado de ánimo donde refleja las obsesiones y temores del ciudadano moderno.

El cine de Allen es un fresco de anhelos, aprensiones y desconfianzas que se articulan entre risas, humor mordaz e inteligente y una puesta en escena que se mueve con soltura en la atmósfera de la ciudad que va descubriendo en sus piezas a través del teatro de sus calles, restaurantes , cines… Ese es el planteamiento de Hannah y sus hermanas (1986),en el que la relación entre hermanas se pone al servicio del amor y el dolor sin perder lla perspectiva, como sí ocurre en Delitos y faltas (1989).

El género de detectives se inmiscuye en la comedia Misterioso asesinato en Manhattan (1993) para construir un fresco costumbrista y un cotidiano que explora las relaciones de pareja y su progresivo deterioro en virtud de las rutinas.

Aunque convertido en el “rey midas” de Hollywood, Steven Spielberg desarrolla una gran actividad impulsando proyectos que son más comprometidos y que puede abordar desde la tranquilidad de sus otros éxitos. El color púrpura (1985), es un melodrama bien intencionado, con gran equilibrio en la trama que se constituye sobre la desesperanza, el dolor interior, etc. Y hay que destacar La lista de Schindler (1993), que acaba convirtiéndose en una de las películas estrella de la década.

Con la llegada del siglo XXI, llegaron momentos claves en la historia: los atentados del World Trace Center en NY, el pentágono, y el 11S (atentado comercial del 11 de septiembre de 2001), así como la crisis económica del 2008. Los atentados terroristas tuvieron un tratamiento cinematográfico mediático, ya que el público de Hollywood ya estaba acostumbrado a un cine catastrofista. Sin embargo, los ataques no solo influyeron en el cine estadounidense, sino en todo el mundo y no se trató este tema desde la ficción hasta bien entrada la década.

Un ejemplo de película con la temática magnicida es Fahrenheit 9/11, de Michael Moore. Moore se enfrentó polémicamente al tema, mostrando posibles relaciones entre el presidente Bush y Bin Laden o los motivos de la Guerra de Irak.

Los atentados del 11S se trataron desde múltiples puntos de vista: centrándose en las narraciones humanas (World Trade Center, de Oliver Stone) o en cómo las víctimas de violencia se convierten vengadores (La extraña que hay en ti, de Neil Jordan), entre muchas otras ópticas presentadas en películas como La jungla 4.0, de Len Winsam.

Por otra parte, la guerra de Irak tuvo también gran repercusión en el cine y fue una realidad tratada en numerosos filmes desde diferentes enfoques: en Green Zone, Paul Greengrass muestra la incompetencia del gobierno de Bush centrándose en la guerra; en Regreso al infierno, Irwin Winkler ilustra la vuelta a casa de cuatro soldados, así como los efectos traumáticos de la guerra. Otras películas sobre esta temática son Leones por corderos (Robert Redford) o La vida sin Grace (James Strouse).



Se hace una vuelta a la II Guerra Mundial en películas como Pearl Harbor, de Michael Bay o Corazones de hierro, de David Ayer entre otras.


Con el cambio de siglo, aparece en el cine una reflexión sobre la sociedad plagada de tensiones raciales, religiosas y culturales. En Colisión, de Paul Haggis, la película gira de un tema central: el racismo. Por su parte, Clint Eastwood muestra directamente el mensaje racista en Gran Torino, con diálogos explícitamente racistas. Por otra parte, se trata el tema de la homosexualidad en películas como Brokeback Mountain. En terreno velado, de Ang Lee. En la trama, los personajes ocultan su tendencia homosexual a la sociedad. Por otra parte, Woody Allen muestra en su Match Point “los miedos, las frustraciones y las dudas de una sociedad que se miente a sí misma, en aras de una pasión que es capaz de sacar el lado más oscuro del ser humano”.¹


A continuación, profundizaremos en la historia del cine americano desde el punto de vista de los directores.

Por otra parte, Darren Aronofsky presenta otro tipo de sociedad, con personajes autodestructivos en películas como Requiem por un sueño, a la que no le falta una crítica al sistema tan influenciado por los medios de comunicación. Después, en Cisne negro muestra la lucha por superar barreras y las dosis de luz y oscuridad que existen en todo ser humano.

Hablando de directores más consagrados en el mundo del cine, cabe mencionar a Ford Coppola, que, con Kinsey, destapa uno de los tabús de la sociedad: el sexo. También fue director en Lost in Translation y Twixt, entre otras.

Martin Scorsese se inicia en la década con Gans of New York, película con una impecable puesta en escena. Scorsese plantea sus inquietudes como director en sus filmes: la necesidad de someterse a unos principios, los héroes falsos y la honestidad. Estas características se ven en películas como Taxi Driver. Trabajó como director en películas como Shutter Island y El lobo de Wall Street.

Como tercer referente generacional está Steven Spielberg, quien desarrolló proyectos de gran interés e intensidad como Lincoln o El puente de los espías.

Por otra parte, los nuevos directores tienen cierta dificultad a la hora de encontrar su posición en la producción de Hollywood. A continuación, hablaremos de algunos de los más destacados.

Ridley Scott se convierte en uno de los directores más versátiles del panorama con su Gladiator. También fue director de Hannibal o Robin Hood. Otro director destacado es el británico Christopher Nolan, innovador en sus planteamientos visuales y narrativos, que lo convierten en un director, cuanto menos, interesante. Comenzó el siglo con Memento, un thriller con un guion complejo y una magnífica puesta en escena. Desde el punto de vista narrativo, Nolan da equilibrio a las historias y mantener a los espectadores atrapados, como hizo con la trilogía de Batman (Batman Begins, The Dark Knight y El caballero oscuro: la leyenda renace), con la que le otorgó un mayor peso al mundo del cómic. Otras de sus obras son Origen o Interstellar.

Otros directores de este momento son Joel Schumacher, Steven Sodebergh, Todd Haynes, Sam Mendes, Roland Emmerich, Robert Zemeckis o Ron Howard, entre otros.

Ahora cabe referirse a dos directores cuyo mundo en el cine es completamente distante a todos los demás: Tarantino y Burton.

  • Quentin Tarantino mantiene sus constantes creativas con Kill Bill (vol. 1 y 2), alcanzando sus momentos más relevantes con Malditos Bastardos, Django desencadenado y Los odiosos ocho. Su cine se caracteriza por historias que no buscan realismo, sino que son una serie de disparates, despropósitos y locuras.

  • El cine de Tim Burton marca las diferencias con su riqueza expresiva, su originalidad y visualización, marca y estilo inconfundible. Algunas de sus películas son Charlie y la fábrica de chocolate, La novia cadáver o Sombras tenebrosas.

Con el cine de género nos encontramos:

  • Espías. Las tramas de espionaje tienen bastante peso en esta época: las entregas de James Bond, la Triología Bourne o Greenzone (ya mencionada anteriormente), entre otras muchísimas películas conforman el género.

  • Aventuras. Destaca la saga de Piratas del caribe, creada para puro entretenimiento.

  • Western. Es uno de los géneros tradicionales que, durante las últimas décadas ha sufrido diversas etapas de interés desigual. Un gran número de directores han aportado películas a este género. Algunas de estas son Enfrentados o La venganza de Jane. También se crearon western para televisión, como es el caso de El forastero o Lone Rider.

  • Terror. Este género vuelve a tener peso en los últimos años, construido sobre el miedo, el susto, el pánico y la agonía. Algunas de estas obras son precuelas como La matanza de Texas: el origen. Títulos pertenecientes al género son La morada del miedo o La cosa. También se encuentran películas que desbordan la imaginación como en Freddy contra Jason. Las sagas de terror como Saw o Insidious causan furor.

Como director de terror destaca Manoj Night Shyalaman, que logra crear el pánico con un guion que posee giros inesperados en las tramas, el uso del suspense narrativo y el tratamiento realista de los elementos naturales. Un buen ejemplo es Sexto sentido.

  • Romance. A finales de la década de los 2000, se convierte en referente en este género la saga de Crepúsculo, basada en las novelas de Stephenie Meyer.

  • Ciencia-ficción. En este campo destaca la película Gravity, pero sobre todo, destaca la adaptación cinematográfica de la trilogía Los juegos del hambre. Por otra parte, el mundo del cómic tiene un gran peso en el género con títulos como los X-Men, Los Vengadores o Iron Man.

En lo referido a las series de televisión que solían ser éxitos, Hollywood afirma estar en baja forma, ya que se ha producido un cambio generacional y este nuevo público parece no estar interesado en lo que se venía haciendo.

En los años 80, surge la denominada generación MTV de directores, que aplican las convenciones del videoclip al relato cinematográfico.

Spike Jonze es uno de los representantes de esta generación, director de películas como Como ser John Malkovich o El ladrón de orquídeas.

Después está David Fincher, con una carrera más dilatada iniciada en los noventa con Seven, o la crítica a la violencia planteada por El club de la lucha. La línea narrativa y visual de Fincher se mantiene hasta La habitación del pánico. Otros títulos del director son El curioso caso de Benjamin Button o Millennium: los hombres que no amaban a las mujeres.

También pertenecen a esta generación nombres como J.J. Abrams, Jim Jarmush, Gus van Sant, Los hermanos Coen o David O. Russel, entre otros.

Este movimiento había surgido como alternativa al modelo hollywoodiense del gran Estudio, aprovechando la versatilidad que ofrecían los nuevos equipos de grabación. Esto permitía muchas facilidades a la hora de trabajar, crear, componer, interpretar e improvisar. Este tipo de cine que está delante y detrás de la cámara. Por mencionar algunas películas: Alexander el último, Atuoerotic o The Puffy Chair.

Como estos jóvenes se hacían cargo de toda la producción, directores consagrados en el mundo del cine deciden imitarlos.

Mel Gibson estrena en 2004 La pasión de Cristo como una reflexión sobre la existencia más allá del laicisismo. Dos años después estrenó Apocalypto.

Otros nombres destacables son Kevin costner, Sam Penn, Steve Buscemi y George Clooney.


₁ Fragmento extraído de Historia del cine de la Editorial Fragua.

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